Travel Report » Entradas » 10 ideas para disfrutar de Andorra en invierno sin saber esquiar
Mar 30, 2014 Jesús Alonso INTERNACIONAL 0
El turismo de nieve no tiene que estar reñido con saber o querer esquiar. Andorra, el pequeño país de los Pirineos, es bien conocido por ser uno de los lugares más apropiados para practicar esquí, snowboarding y todo tipo de deportes de invierno. Estaciones no le faltan, está claro. Pero aún así es uno de los destinos de invierno que más he disfrutado en mi vida sin necesidad de lanzarme por una pista blanca, azul o negra. Porque pone a disposición de los viajeros sus paisajes de altas cumbres, pueblos de montaña que se conservan intactos, el románico más especial de los Pirineos, una comida fabulosa en bordas reconvertidas a restaurantes, numerosas actividades para los más aventureros y la posibilidad de relajarse en el mayor centro termolúdico de Europa.
¿Se puede viajar a Andorra en invierno sin tener la menor idea de esquiar? En este artículo trataré de motivar una respuesta totalmente afirmativa con 10 propuestas para disfrutar de Andorra en esta época olvidándonos de los esquís. Recientemente os contaba la experiencia de cómo una escapada a Saint-Lary, en el Pirineo francés, en pleno enero y acompañado de expertos esquiadores y otros que iniciaban su aprendizaje, dio muchísimo de sí. No me puse un solo esquí pero traté de exprimir al máximo las variadas posibilidades que ofrecía el destino para hacer un viaje invernal lo más completo posible. Con Andorra me sucede lo mismo pero en un grado aún mayor. De hecho he viajado dos veces al país pirenaico y no dejo de sorprenderme con todo lo que cabe en esta pequeña nación situada entre montañas con una Historia fascinante que nos lleva a la Alta Edad Media en un instante. Y os aseguro que el invierno más que un impedimento es un motivo muy firme para programar una escapada hasta allí.
Tomad papel y lápiz, que aquí van 10 ideas para disfrutar de Andorra en invierno aunque no se sepa esquiar. Todas ellas las he vivido y puedo decir que justifican por sí solas un viaje al país de los Pirineos:
La naturaleza es capital para comprender Andorra. Está entre montañas y para recorrer apenas unos kilómetros aparecen en el mapa valles, collados y cumbres completamente nevadas no sólo durante el invierno sino casi en cualquier época del año. Para los amantes de la fotografía basta con que nos subamos al coche o salgamos a dar un paseo con objeto de retratar todo lo que nos rodea y sentirnos maravillados con semejante telón de fondo paisajístico. Quédate con nombres como el Pic de Casamanya, la Coll d´Ordino, Arcalis o los bosques de la Rabassa y da igual la nieve que haya, que merece la pena tenerlos como objetivo (tanto en la mente como en la cámara fotográfica).
Hay sueños que son para cumplirlos. Y aunque mi estreno con en mushing fue en Laponia finlandesa, laexperiencia que tuve en Andorra con el trineo de perros fue una auténtica pasada. En el sector Pal-Arinsal (y también en Pas de la Casa) hay circuitos preparados para dejarse llevar por las emociones y unos cuantos perros de raza nórdicos que te guiarán por senderos completamente nevados. La sincronía con la naturaleza es total y la emoción está garantizada.
Practicar mushing en Andorra es por sí solo un motivo para hacer el viaje. Se disfruta mucho con estos amigos de cuatro patas con los que tener otra visión del país de las montañas.
La velocidad de una moto de nieve surcando rutas kilométricas de los Pirineos es de las cosas que más me han acelerado el pulso y el corazón.. pero para bien. La sensación de soltar adrenalina y dominar la potencia del vehículo más perfecto que se ha creado para la nieve es una de las formas que encuentro más indiscutiblemente divertidas de gozar de un invierno en Andorra.
Se aprende muy rápido a montar en ella y no se tarda nada en agarrar velocidad y buenas curvas. Andorra además tiene amplios circuitos que recorrer, en mitad de la naturaleza, en el corazón de la montaña. En el sector Pal-Arinsal alquilan la motonieves por horas. Y, la verdad, el tiempo se pasa volando. Salvo que hayas olvidado ponerte unos buenos guantes e ir bien tapado porque el viento gélido no es muy amigo de la velocidad cuando hay personas de por medio.
Leer artículo: Andorra desde una moto de nieve
Cada vez está más de moda esta forma de caminar por la nieve. Un trekking con raquetas da la oportunidad de llegar andando a lugares a los que en invierno es complicadísimo acceder. Agarradas bien las raquetas a una botas fuertes es posible hacer senderismo como si fuera verano, aunque requiere más esfuerzo físico y para quienes no estén acostumbrados suele dejar unas simpáticas agujetas en los muslos, sobre todo, aunque también en los gemelos. El premio es atravesar a pie espacios completamente nevados, e incluso helados, y contemplar ángulos fascinantes de un paisaje que durante los inviernos se viste de gala.
El sonido roto y seco de caminar con la nieve es, sin duda, una de las melodías más relajantes y hermosas que se puede escuchar en plena naturaleza. Y en buena compañía, suena aún mejor.
Un motivo para viajar a Andorra en cualquier época del año, haga Sol, nieve o truene es salir a conocer las joyas románicas que jalonan valles y desfiladeros. La peculiaridad del románico de los Pirineos, hermanado con el Lombardo, de largos campanarios y minúsculos vanos que apenas dejan entrar luz al interior de un tempo sesgado por el viento de los siglos, nos obliga a detenernos a contemplar y admirar un buen número de iglesias vestidas con muros oscuros y mangas de sencillez.
Son muchas las iglesias que podríamos clasificar de imperdibles o imprescindibles. Tirando de memoria me llegan nombres como Sant Joan de Caselles, Sant Miguel d´Engolasters, Sant Climent de Pal, Sant Serní, Sant Martí de la Corinada o Sant Vicenç d´Enclar, pero entre todas destaca la reina de Andorra, Santa Coloma, con su campanario circular y sus vanos lombardos recibiendo la sombra de la Serra d´Enclar y en la que el silencio es algo más que silencio.
Todas ellas son accesibles en coche y pueden protagonizar rutas poco concurridas como Nagol o Canòlich, en las que los bosques y los secaderos de tabaco se callan los muchos secretos provenientes de estos monumentos caracterizados por una mayúscula sencillez y una historia que roza ya el primer milenio. El único pero es que en la mayor parte de las ocasiones permanecen cerradas y nos tenemos que conformar con ver su piel. Para ello conviene informarse en la Oficina de Turismo que disponen de datos más exactos de cuándo se encuentran abiertas al público, normalmente para citas de carácter religioso.
A pesar de que ha habido un gran crecimiento de algunas localidades andorranas, las cuales han visto cambiar su fisonomía con el paso del tiempo, todavía permanecen intactos algunos pueblecitos encantadores y solitarios en los que poder sentir la fuerza de la Historia, la soledad y el silencio. Mi preferido es Pal, probablemente el pueblo más bello de Andorra, el cual se mantiene agazapado en la montaña y conserva su arquitectura pirenaica como si no hubieran pasado los siglos por delante. La torre de ventanas geminadas de Sant Climent de Pal es uno de los faros que quienes suben en coche precipitadamente a la estación de esquí (sector Pal-Arinsal) se quedan mirando fijamente.
Merece la pena detenerse, subir hasta la iglesia o incluso dar un rodeo al pueblo. Es muy pequeño, pero permite que escuches tus pasos, compruebes cómo la nieve cubre los tejados y respires un entorno rural y natural como pocos.
A quienes nos gustan las carreteras sinuosas, con vistas vertiginosas que te hacen suspirar, el camino que perfila la montaña entre Canillo y Ordino (otro de mis lugares favoritos del país) es un imprescindible para quienes les gusta conducir por rutas panorámicas en las que las curvas y los paisajes dictan sentencia. A mitad de camino se encuentra la base para hacer senderismo a la cima del Pic de Cansamanya (2740 metros), aunque mejor para cuando la nieve se haya derretido. Durante un viaje a Andorra en plena semana santa, nos encontramos tanto hielo que tuvimos que darnos la vuelta y cambiar nuestros planes. Y durante lo más duro del invierno puede que la carretera esté cortada (Aviso a navegantes).
Pero sólo por el trayecto merece la pena. Igualmente entusiasma la ruta al Santuario de Canólich desde Aixovall (cerca de Sant Julià de Loria) por la CS110 pasando por Bixessarri y después tomando la CS-111 a este pequeño templo románico situado en un emplazamiento superlativo. Llegar a Os de Civís, un bonito pueblo leridano sólo accesible por carretera desde Andorra, también es divertido.
En Andorra los productos no están sujetos a IVA, por lo que se considera al pequeño país un paraíso de las compras. Se puede ahorrar mucho en ropa de marcas nacionales, internacionales, en perfumería, tecnología, equipamiento deportivo y también farmacia, con la posibilidad de adquirir medicamentos que pueden estar prohibidos en otros países. La mayor parte de los comercios se sitúan entre Andorra La Vella o Escaldes-Engordany, sobre todo en un eje comercial que comprende la Avinguda Meritxell y la Avinguda Carlemany, con las calles que pasan por ellas.
Al parecer antes la diferencia de precios era mucho mayor y merecía más la pena tener en cuenta Andorra para ir de compras. Eso sí, conviene saber bien qué puede y no pasarse después en la aduana española, donde se hacen controles bastante exhaustivos (sobre todo en no sobrepasar ciertos límites para que no haya contrabando). Si se sale por Francia (De Pas de la Casa a Hospitalet d´Andorra) el control policial es nulo, aunque el rodeo que habría que hacer para volver a España sería monumental.
Con el término de bordas nos referimos a antiguos establos reconvertidos a restaurantes, en su mayoría, tradicionales, en los que se trabaja con productos de la tierra. Ideal para quienes gusten de buenas carnes y, en general, de comida contundente con la que abrigarse del frío que uno haya podido pasar durante el día.
Hay numerosas bordas a lo largo de todo el país, pero una de las más emblemáticas es la Borda Estevet, en Andorra la Vella, y la cual no sólo es preciosa en su interior sino que ofrece lo mejor de la cocina pirenaica. Los entrecots y chuletones son tan deliciosos como gigantescos, y antes del postre te acercan a la mesa un carrito con distintos quesos para que los pruebes. El emplazamiento hace de Estevet un referente en esta clase de restaurantes rústicos en los que comer bien es Ley.
Otra recomendación es Don Pernil en Santa Coloma, muy cerca de la iglesia románica, también bastante conocido y que da igual la temporada que sea, que siempre lo tienen lleno. Es uno de los más concurridos por famosos y deportistas. Y también se come de cine.
Después de un día de caminar por la nieve, ya sea a pie, en trineo o moto, de hacer una ruta del románico en Andorra, de buscar las mejores panorámicas de los Pirineos, e incluso de ponerse hasta arriba en una borda, llega la noche invernal, el frío aterrador y, por ende, necesitamos un antídoto para el cansancio una vez dejemos todo en el hotel que hayamos escogido para el viaje. De las dos veces que he estado en Andorra, al menos una tarde-noche la he ido a pasar a Caldea (en Escaldes-Engordany), bañándome en sus aguas termales, probando sauna, jacuzzi, hammam y, lo mejor de todo, dándome un chapuzón de agua caliente cuando fuera hacía bajo cero.
La entrada general suele ser al espacio termolúdico (el general), que es más grande pero hay mucha más gente. En temporada alta es una locura por las tardes. La entrada suele ser para 3 horas y costar algo más de 30€. Pero existe otra opción, que la he probado también, que es ir una planta más arriba y disfrutar del espacio “Orígenes”, mucho más exclusivo (y caro) pero que sí tiene lo que esperas de un buen spa. Pero lo dicho, el precio aumenta. Es para un regalo o un capricho después de andar y desandar todo Andorra.
Sin duda viajar a Andorra en invierno, aunque no se tenga ni la menor idea de esquiar, es un plan que no defrauda. A mí es un país que me encanta, que lo tengo relativamente cerca y al que espero escaparme en más ocasiones porque, aunque es pequeño, está lleno de cosas que ver y que hacer.
Vía: http://www.elrincondesele.com/10-ideas-para-disfrutar-de-andorra-en-invierno-sin-saber-esquiar/
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