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Le Jardin du Vert Galant

Cuando visitamos Île de la Cité, el enclave donde se sitúa Notre Dame rodeada por las aguas del Sena, seguramente habremos descuidado un pequeño rincón copado de árboles y banquetas donde sentarnos a disfrutar del atardecer o un buen picnic (con botella de Chardonnay incluída) y contemplar toda la arquitectura haussmaniana, los bateau (barcos) que van y vienen por el río y una perfecta panorámica del centro de París desde el jardín donde el rey Enrique IV llevaba a sus jóvenes conquistas.

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Catacumbas

Si bien las creíamos exclusivas de Roma, las catacumbas también tiene su sitio en París, concretamente en la plaza Denfert Rochereau del llamado 14ème arrondisement. La historia se remonta a las continuas infecciones provocadas por el antiguo cementerio Saint-Eustache, trasladando todos los restos a este rincón de la ciudad en 1786, coincidiendo con la fiebre de saneamiento en las calles de París. Enclave tétrico donde los haya, con sus paredes aglutinadas de calaveras y una leyenda urbana que asegura que las catacumbas esconden numerosas fiestasraves ciertas noches.

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Au Lapin Agile

Montmarte es de esos barrios que conviene analizar con lupa, pues en cada rincón podemos hallar un pedazo de su historia bohemia, y uno de estos focos es el Lapin Agile (Conejo Ágil), el cabaret más antiguo de París, en la calle Saules. Su horario es de 9 pm a 1 am, y en este lugar se puede disfrutar de diversos espectáculos con bebida incluida (no sirven comida). Como recomendación, no puede faltar el típico licor de cereza que bebían Picasso o Toulousse Lautrec, asiduos visitantes de este coqueto local que aún conserva parte del encanto de la Belle Époque.

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La Butte aux Cailles

Uno de los rincones mejor guardados de París reside cerca del Barrio Chino de la ciudad, en el 13 ème arrondissement, el cual difícilmente descubriríamos de no ser por las guías o recomendaciones locales. El encanto de este barrio reside en sus casitas art nouveau que recuerdan la arquitectura de Alsacia, una amplia selección de bares y restaurantes (no puedo faltar una cena en el concurrido vasco Chez Gladines) y callejuelas pintorescas en uno de los últimos barrios en ser anexionados al resto de la ciudad de París y frecuentado posteriormente por numerosos artistas.

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Musée du Quai Branly

A pesar de su proximidad a la Torre Eiffel y las riberas del Sena, este museo aún es desconocido para las grandes masas, usuales del triplete Louvre – Orsay – Pompidou. Su fachada lo convierten en un museo diferente, original por ese bosque que parece recubrirlo hasta penetrar en un interior cuyas instalaciones ofrecen principalmente colecciones de arte tribal, desde pinturas rupestres hasta esculturas polinesias. Relativamente contemporáneo (fue fundado en 2006), los precios básicos oscilan los 9 euros (galería de mezzaninas y exposiciones puntuales).

Tener clara la distribución de arrondissements (o distritos) en París nos servirá de ayuda para descubrir algunos de estos rincones alejados de las usuales rutas turísticas. París es una ciudad con mucha historia, por lo que convendrá regalarnos varios días para descubrir cada uno de esos rincones mágicos que burlan los ojos del turista que prefiere mecanizar las visitas y realizar un clásico tour, pero París es más que eso, una ciudad para recorrer, saborear y contemplar.

¡Bonne visite!

vía: nuestrorumbo