Travel Report » Entradas » Antros que marcaron toda una época en el DF
Ago 02, 2014 Jesús Alonso MÉXICO 0
En estos tugurios trasnochaste, bailaste, ligaste, te embriagaste, cantaste, te enamoraste, fajaste, guacareaste, te madreaste, rompiste, te deprimiste, fuiste feliz, creciste y te forevereaste. Éste es un recorrido evolutivo: ir por la historia de los antros de la ciudad se parece mucho a pasar una tarde con un orangután, luego con un gorila, luego con el eslabón perdido, y finalmente, con cavernícolas (nada de esto es un mal chiste sobre los cadeneros). Aquí te dejamos ese recorrido por los antros que marcaron toda una época en el DF para que recuerdes tus años mozos de los 90’s.
Bandasha
Patrono de los antros pirrurris
Fue inaugurado el último año de la década y se convirtió en el primer antro clásico de Bosques de las Lomas. Además de sus instalaciones, que explotaron el concepto “rinconcito romántico”, y bebidas referencia como El Tarzán, aprovechó al máximo los dotes histriónicos de los cadeneros: “Joven le agradecemos su visita a Bandasha, pero por el momento nos reservamos el derecho de admisión”, fue una de las frases más crueles de la década.
Ahí llegó a actuar la reina de la música disco Gloria Gaynor, al igual que Paul Anka. El lugar estaba tan de moda que los meseros ganaban en seis meses lo suficiente en propinas para comprar autos del año. A mediados de los 80 se convirtió en refugio de teenagers y en 2007, en una redada, se sorprendió a 70 adolescentes consumiendo alcohol.
News-Magic Circus
Rivalidad Norte-Sur
No había noche de viernes o sábado en que no se apareciera un famoso, sobre todo los “timbirichos”, en el Magic Circus, el lugar de reunión de los chicos Ibero, del Pedregal, Polanco, Lomas y San Ángel, además de famosos de Televisa. Era el escenario preferido de las secciones de sociales, y donde comenzó la moda de perder la virginidad al interior de los autos en las calles cercanas.
Era EL antro, al cual iban todos aunque estuviera en el norte del DF. Hasta que llegó el News, en Pedregal, unos meses después.
Si en la Biblia se mencionan las rivalidades entre hermanos, entre El Magic y El News, ninguno era Caín, porque ambos destilaban freséz.
Con sus luces fantasy, de esas que formaban un abanico luminoso imitador de rayos láser, su gran barra con barmans robasuspiros, jaulas de baile y gabinetes con mesas nacaradas al estilo de los Bisquets Obregón, El Magic era el otro refugio pirrurris.
“Uno echaba un bolado para ver si iba al Magic o al News. A veces las tardeadas del primero podían volverse la cachondería andando. Mi primer faje oficial lo tuve en el Magic, por eso guardo muy gratos recuerdos”, asegura Iliana, quien muestra orgullosa algunos amarillentos recortes del periódico El Sol de México, donde aparece retratada en el antro.
Los antros que marcaron toda una época en el DF fueron de suma importancia para que los jóvenes se encontrarán y vivan una experiencia única desde el famoso cadenero llamado Mike hasta escuchar la música de moda de aquella época tan añorada.
Bar 9
El arcorirs llegó al DF
En la calle Londres, en la Zona Rosa, marcó historia a finales de los 70 al ser uno de los primeros lugares gays. Nadie lo dijo oficialmente, temerosos de la censura del gobierno, pero era un secreto a voces que ahí las distinciones por la preferencia sexual quedaban atrás. Se convirtió en punto de reunión de hetero y homosexuales: la “gente bonita que no discriminaba”. Entre esferas de espejo, pisos de luces y reflectores estroboscópicos, muchos admiradores de Travolta ejecutaron sus mejores pasos de baile. La música venía directo de Londres y lo mismo se escuchaba el incipiente house que lo más under de la música disco.
Danzetería
Llegó la barra libre
Un boom de excesos y vanguardia para el entonces desorientado ambiente nocturno de la Zona Rosa. Fue inaugurada exactamente un año después del temblor del 85: una invitación a dejar atrás el luto por la tragedia y reconstruir la vida nocturna. Ahí fue introducido el concepto de “barra libre”, todavía sin alcohol adulterado. “La música -The Cure a todo lo que da- era lo mejor del lugar. Había cierto toque en la selección musical que te hacía perderte sin necesidad de ninguna sustancia”, recuerda Rafael Fernández, asiduos cliente del lugar.
Rockotitlán-Rockstock
Y el rock exigió su lugar
Los sitios más emblemáticos del “rock en español” nacional, donde no se discriminaba a nadie y jóvenes y no tanto, con peinados a la The Cure y chamarras de piel, acudían a ver a sus grupos favoritos. Rockotitlán surgió de la mano de Botellita de Jerez, mientras que el Rockstock tenía detrás a la estación Rock 101. En los dos lugares la intención era ver a la banda que tocara y tomar cervezas hasta que la luz del día apareciera.
Y como eran los perfiles de la gente de estos antros….
Fresa ochentera
¿Qué oye?
“Tú y yo somos uno mismo” de Timbiriche y rolas de Cindy Lauper en su walkman.
¿Cómo llega al antro?
Su novio (o su papá: las niñas “bien” no iban solas a la “disco”) la llevaba en su Thunderbird
¿Cómo entra al antro?
Se junta con todas sus amigas afuera de la puerta, y, tras varias noches, entra una vez que el cadenero la considera cliente frecuente.
¿Qué bebe?
Una cuba.
¿Cómo baila?
Sube y baja las hombreras sin control, y recrea algunos pasos de Flans. Si es
demasiado atrevida, hará el moonwalk o el paso del robot.
¿Cómo habla?
Termina todas sus frases con la construcción: “o sea, ¿no?.
Rockero ochentero
¿Qué oye?
Mixtapes con rolas de Las Insólitas Imágenes de Aurora, Fobia, Soda Stereo, The Cure, Depeche Mode…
¿Cómo llega al antro?
En su Caribe talacheada, a la que cada semana le pone 20 mil pesos de Nova.
¿Cómo entra al antro?
Pedo.
¿Qué bebe?
Chela.
¿Cómo baila?
Mira fijamente sus zapatos Ocasionalmente, se integra a algún slam o headbanguea.
¿Qué frase usa?
“Puro, total y absoluto ROCK”
Y que tal los antros de los 90´s…
Villa Romana-Alebrije
Pubertos en euforia
A finales de esta década el sur del DF acaparaba toda la noche de antro. Y los máximos representantes eran estos dos. “ Villa” era lo más cercano a Las Vegas que ha tenido el DF. Una especie de Partenón con el estilo kitsch-fresa tan de moda a finales de los 90. Ahí la banda adolescente clasemediera vivió sus mejores momentos de euforia, entre mucho vodka con jugo de uva y música pop toda la noche. El Alebrije iba por la misma línea, aunque con una decoración mucho más minimalista y un poco más fresa.Para los norteños —y algunos renegados del sur—, la onda era ir a La Boom, que era como estar en Acapulco. Un lugar enorme donde, dicen, se conseguía la mejor cocaína del DF.
Bulldog
Sigue rockeando
Algo tiene este lugar que lo ha hecho permanecer casi 18 años abierto y lleno. Con el concepto barra libre-rock en vivo-buena música-ligue casi garantizado, sigue rockeando fuerte. Cuando inició, dice Bruno —antiguo cliente— como si se tratara de un secreto de Estado: “El Bulldog fue la ventana para introducir los ácidos europeos al DF. Había una red de chavas bien guapas que te hacían la plática, bailaban unas rolas contigo y luego te ofrecían los ácidos”.
Más allá de las drogas, las generaciones pasan y el perrito sigue rockeando. Cada fin de semana las filas dan la vuelta a la cuadra y la cadena sigue llena de chavos que no irán a la barra libre, sino pedirán botella.
Donde las drogas sí eran constantes era en el L.U.C.C, “La Última Carcajada de la Cumbancha”, el principal escenario de la escena punketa-rockera. Baste decir que ahí tocó Jane’s Addiction, en un espacio pequeñísimo alumbrado con spots y con las paredes adornadas con graffitis realizados por las mismas bandas.
Living
Casona multicolor
Una vieja casona en la Roma, ambientada con antigüedades y con unas luces muy bajas eran el escenario propicio para que la banda gay y a la que le late el reven electrónico acudiera a escuchar a los mejores DJ’s del momento. Era el espacio “alternativo”. Estaba dividido en varios “ambientes”: el mejor y más concurrido era el electrónico, pero también había uno con música pop y otro tipo lounge. En la parte de arriba había algunos cuartitos que eran conocidos como “los privados”, que aunque no llegaban a dark rooms, en ellos sí se podía ver fajes intensos. En el Living no importaba mucho si eras buga, pues de todas maneras la podías pasar bomba. Uno de sus mayores atractivos, y de los más recordados, es el de un percusionista que tocaba la canción de Safri Duo, con el torso desnudo y con láser apuntándole directamente.
El Bar Milán
Milagros y actores
Si uno iba ahí durante los noventa no era raro encontrar, justo atrás de la barra del fondo, al actor Daniel Giménez Cacho revisando que los Milagros (pancholares que hasta la fecha sirven como moneda interna del antro) no se esfumaran en ágiles actos de prestidigitación barmánica.
Al bar se le asociaba con el movimiento teatral del DF: actores, actrices, directores, escenógrafos, se daban cita para colaborar con el financiamiento de obras teatrales, al igual que banda alternativa que acudía bajo la promesa de precios accesibles y un ambiente desenfadado, con música ecléctica.
Muchos asocian al lugar como un terreno propicio para el ligue por sus barras atiborradas, sus luces bajas o sus áreas pequeñas que hasta hoy asemejan un metrobús en hora pico.
El hijo del cuervo
Cultura y cervezas
Surgió por iniciativa del ex matrimonio conformado por los artistas Carmen Boullosa y Alejandro Aura. Toda la semana parecía viernes en el antro-cantina-peña más famoso de la plaza de Coyoacán, donde se podía encontrar a toda la fauna chilanga.
El divorcio entre artistas llegó y El hijo del cuervo fue vendido. Después de una remodelación, continuó, aunque más yuppie, con el mismo concepto.
La música inclinada hacia el pop comercial (donde incluso hasta Britney Spears era bienvenida) siguió amenizando cada velada, al igual que algunas presentaciones de libros y eventos culturales organizados en su sección central, misma que podía ser convertida en salón con sólo mover unas sillas, cerrar unas puertas y correr unas cortinas.
Medusas
Ácido y electrónica
Los vampiros de la noche expertos en abrir “las puertas de la percepción” coinciden en que el ácido y la tacha en la cultura chilanga antreril surgió en el Medusas, que mimetizó lo mejor del movimiento electrónico-tecno-rave.
Su decoración era lo kitsch-oficinista, como de restaurante Freeday, apoyada en fotos e ilustraciones: un Chaplin-Hitler o las “valquirias tecno”.
A las dos de la mañana, el mural New Age que exhibía una gran medusa fosforescente se convertía en el símbolo de la noche ácida. Los meseros dealers catalogaban a las drogas como Águilas, Soles y Cielos. Bellas chicas bailaban en jaulas que se perdían entre los efectos de láser y neón, alguna vez mencionados por la revista Billboard como “la mejor iluminación de antros en Latinoamérica”.
Junto con él, El Colmillo afianzó la onda raver-fresa en el submundo antreril en una época en donde esta música comenzó a hacerse popular y lo cool era escuchar sólo lo que no era comercial.
Y el perfil del noctánbulo Noventero…
Fresa noventero
¿Qué oye?
En su discman trae el Dangerous de Michael Jackson, Ace of Base, algo de Oasis o Alanis, y muchas rolas dance de Snap y Scatman.
¿Cómo llega al antro?
En su Neón verde o en su Chevy color chispagel.
¿Cómo entra al antro?
Después de gritar “Chepe-somos-cinco” durante media hora en la cadena, paga su cover de $60 y se acomoda en la pista a disfrutar de su barra libre.
¿Qué bebe?
Moradito o desarmador.
¿Cómo baila?
Brazos pegados al torso, chupe en mano, movimientos circulares (véase: Rick Astley).
¿Qué frase usa?
“Gatete”, “¡Aush!” y, en general, cualquier cosa que dijera Adal Ramones en su monólogo (sí: en los noventa, Adal era cool).
Electro-tacha noventera
¿Qué oye?
Las compilaciones de Ministry of Sound y Global Underground. Cuando le da el bajón, a Portishead, Tricky y PJ Harvey.
¿Cómo llega al antro?
No se acuerda.
¿Cómo entra al antro?
No se acuerda.
¿Qué bebe?
Agua y smart drinks. Siempre acompañada de una Tutsi Pop.
¿Cómo baila?
Corre-corre, sube-sube, brinca-brinca, salta-salta, tacha-tacha-tacha-tacha-¡tacha!
¿Qué frase usa?
“Ajo”, “Pastilla”, “Aceite” y, en general, cualquier referencia “sutil” a su “hobbie”.
Existen algunas leyendas Urbanas de la Ciudad de México entorno a estos centros de entretenimiento, sin embargo, pese a que muchos de ellos ya desaparecieron, la gente recuerda con cariño estos antros que marcaron toda una época en el DF. ¿Conociste alguno de estos antros? ¿Cuál te gustaba más y por qué? Compártenos tu experiencia.
Vía: Chilango
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