Aunque las tradicionales son exquisitas, no estaría nada mal que, dentro de ese mismo estilo, sean diferentes. Para empezar, ¿qué tal un ponche que caliente el alma?, ¿acompañar los platillos con burbujeantes rosados y dulces vinos que intensifiquen lo cálido de la época y terminar con seductores eau de vie que aviven el convivio?
Una buena compensación para los días fríos de invierno es el ponche. La palabra —del inglés punch y de éste el sanscrito pancha, que significa “cinco” o “bebida elaborada de cinco ingredientes”— fue traída por los ingleses en el siglo XIX, por lo cual la infusión con frutas, piloncillo, canela y piquete (chorrito de aguardiente) adoptada en México ha sido una clásica costumbre, año tras año.
Para vivir otra experiencia, incluso internacionalizar la propuesta, un caliente y aromático Eggnog, una bebida de yemas batidas con azúcar, leche, especias y alcohol; o bien, servir el Glühwein, vino caliente endulzado y condimentado con clavo de olor, jengibre, cardamomo, laurel y canela. Toda una experiencia.
A lo largo del menú, el acompañante ideal podría ser el champagne o un vino espumoso, y si es rosé (rosado), mejor. La elección del espumeante se realizará de acuerdo con su sequedad: el brut nature —extra seco, pues su cantidad de azúcar es casi nulo— es perfecto con el aperitivo; el extra brut, perceptiblemente menos seco que el anterior, pero más seco que el brut y el demisec. Lo importante es que se adapte a todos los paladares y platos.
Los vinos de postre, por su natural dulzor,son poco comunes; las uvas cosechadas de manera especial permiten la concentración de los azucares y la disminución de los jugos con la madurez tardía, insolación, congelación o intrusión de un hongo benéfico a través de ellas. Por esto, se sugiere decidir entre los Icewine, de Canadá o Alemania, o por los Sauternes, de Francia, o los Tokay, de Hungría.
Cualquiera de los vinos mencionados posee una especial dulzura y una agradable acidez, motivo por el cual no se satura el paladar, armonizan divinamente con el postre y son una adecuada opción con alimentos contrastantes, como el foie gras o los quesos, preferentemente azules.
PARA DESPUÉS
Al finalizar la cena, junto con el café y la confitería —chocolatería, orejones, dátiles, duraznos prensados y demás frutos secos—, se proponen aguardientes de sidra de manzana, como el Calvados y el Poiré Williams, que hace referencia a un tipo de pera. Tienen tan particular sabor que hacen agradable la sobremesa.
Saber acompañar los alimentos con los vinos y disponer de los licores es parte de la vida, y ésta los tiene de su parte al procurar armonía con la comida, manifiestan pequeños goces y nos curan de tristes roces. y ya con la bebida en mano, al levantar la copa y por la vida brindar, se puede recordar que dicha acción proviene del alemán bring dir’s, que significa “te lo ofrezco” o “te lo traigo”. ¡Feliz Navidad!