Cierre del Museo del Escritor: gran pérdida para el turismo cultural
Queridos amigos, hoy deseo comentar con ustedes sobre un tema de gran importancia para el turismo cultural, me refiero a los museos, ya que son uno de los más importantes recursos con los que cuenta este tipo de turismo.
Y es que la función social que desempeña en el ámbito cultural un museo resulta fundamental. Ejemplo de ello, es la propia conceptualización que de él proporciona el Consejo Internacional de Museos (ICOM), órgano dependiente de la UNESCO, al señalar que un museo “es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y de su desarrollo y abierta al público, que se ocupa de la adquisición, conservación, investigación, transmisión de información y exposición de testimonios materiales de los individuos y su medio ambiente, con fines de estudio, educación y recreación”.
Lamentablemente, son muy pocas las autoridades culturales y contadas las políticas que lo pueden comprender. Lo destaco porque si algo requiere nuestro país es de educación a través del fomento y sensibilización principalmente de nuestra niñez y juventud hacia el arte y la cultura en general.
Sin embargo, en México nos damos el lujo no sólo de reducir al mínimo dicha promoción, sino algo aún más grave e injustificable: permitimos que loables proyectos emanados de la propia sociedad, carentes de todo apoyo o patrocinio oficial, tengan que suspenderse.
Es el caso del Museo del Escritor, creado en 2007 gracias al impulso del notable escritor mexicano René Avilés Fabila, que habrá de cerrar sus puertas. Luego de casi una década de haber solicitado a las distintas autoridades culturales en turno, locales y federales, así como a connotados exponentes de la iniciativa privada, un espacio mínimo para poder funcionar, sólo la Delegación Miguel Hidalgo en la ciudad capital le dio alojamiento dentro de sus instalaciones. Poco a poco se constituyó en un referente cultural esencial no sólo dentro de la demarcación política sino también en el Distrito Federal para el amante de la literatura, tanto de origen nacional como extranjero.
El problema es que con la administración actual su colección, integrada a decir del propio Avilés Fabila por una vasta biblioteca, “cuadros y fotografías de literatos, unas dos mil primeras ediciones firmadas por escritores de alto rango, una aceptable colección de objetos personales de poetas, narradores, dramaturgos y ensayistas y muebles y documentos que habían pertenecido a personalidades de las letras”, desde Oscar Wilde a Jorge Luis Borges, Juan José Arreola y Gabriel García Márquez, entre varios centenaros de escritores, se encuentra en una situación de extrema vulnerabilidad, carente de condiciones mínimas de seguridad, ya no digamos de acondicionamiento.
Un proyecto cultural de esta naturaleza no puede por tanto funcionar así a riesgo de perderse. ¿Cómo poder revertir esta inercia de abandono cultural a la que sobre todo las autoridades culturales y políticas nos han condenado?
Mientras no haya la conciencia y el respeto indispensables para perpetuar a las siguientes generaciones el legado cultural humano, tanto de nuestra Patria como del resto del mundo, estaremos cada vez más lejos de poder aspirar a transformar a la Nación mexicana de la que formamos parte.
Hasta aquí mi reflexión, queridos amigos.
