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Nov 11, 2014 Jesús Alonso ¿A DÓNDE VAS?, INTERNACIONAL 0
¿Estás pensando en ir a esquiar en las próximas vacaciones? Cinco expertos de la industria turística nos hablan de los mejores destinos para hacerlo. Así es que ajusta tus botas, toma nota de sus recomendaciones y planea tu increíble viaje hacia los imperios de la nieve.
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Para poder llegar a la Columbia Británica debemos de pensar en una maleta que va a ser cómoda, porque vamos a incluir ropa térmica. Ropa que nos sea mezclilla y que sea impermeable para que la nieve no traspase: pantalones de pana, cuellos de tortuga y un buen rompevientos, pues en esta época tenemos vientos muy fuertes. En Vancouver la temperatura va de los cero a los cinco grados, y ya estando en la montaña de Whistler puede llegar a los cinco bajo cero.
Llegar a Whistler es más fácil que nunca: de México a Vancouver son cinco horas y cuarto en vuelo directo. De ahí a Whistler hay que viajar 120 kilómetros sobre la carretera Sea to Sky, que ofrece asombrosas vistas que se recorren en dos horas y media.
La mejor temporada para ir es entre febrero y marzo, cuando encontraremos la nieve en pleno apogeo. Es uno de los resorts con más larga temporada invernal: la apertura oficial es alrededor del 29 de noviembre y la temporada termina hasta el 29 de abril. Cada mes caen entre dos y tres metros de nieve. A mí me gusta recomendar que visiten el destino entre enero y febrero, pues ya terminó la temporada alta y es más barato viajar. Pero también pueden asistir, por ejemplo, durante Semana Santa.
Whistler es una villa tipo ski in ski out, esto significa que todo está pie de montaña. Todo el alojamiento, sin importar el número de estrellas, se encuentra cuando muy lejos a 500 metros de las actividades, así que podemos caminarla. Para ir a las actividades, ya sea andar en motonieves, alquilar un paseo en trineo de perros o cualquier otra, cuentan con un servicio de transporte y el servicio de transporte en el interior de la villa es gratuito.
El terreno es muy amplio, de hecho es el más grande de Norteamérica: su extensión es más o menos de cien hectáreas donde se puede realizar todo tipo de actividades. Las elevaciones van de los 600 a los 2 mil metros sobre el nivel del mar, lo que representa una ventaja para los mexicanos, pues es la altura a la que estamos acostumbrados, así que no seremos atacados por el mal de montaña.
Además, las actividades de esquí están planeadas para principiantes e intermedios, principalmente: las pistas para esquiadores nuevos están marcadas en verde en el mapa de Whistler. En ellas, reciben a los niños desde los tres años de edad y las clases van de las 8:00 a las 15:00 horas. Hay dos lugares en la montaña especialmente para los niños: El fuerte y El castillo encantado.
Dependiendo de las edades y las personalidades, hay diferentes actividades. Para los adultos está la opción de asistir a las clases públicas: hay que llegar a la montaña, adquirir el boleto y reportarse con los instructores. Los grupos son de cuatro personas, lo que garantiza la personalización. Pero también está la opción de contratar un profesor privado, si es que no sabes inglés. Los grupos ahí son de máximo cinco personas del mismo nivel. Pueden contratarlo para medio día o para el día completo.
Si no estás de humor para el esquí, puedes tomar la góndola que une la montaña de Whistler con su gemela, Blackcomb. El paseo dura once minutos y ha roto tres récords mundiales, pues mantiene 36 cabinas en un recorrido de 3 kilómetros y medio a 400 metros de altura.
Después de las tres de la tarde, que es cuando terminan los servicios de esquí, encontrarás muchas opciones para comer en la villa. Puedes probar una cerveza artesanal o visitar un restaurante de cavas, que cuentan con más de dos mil vinos diferentes. La cocina más común es la fusión: por ejemplo, el California Roll, ese plato tan famoso de sushi, se inventó en Vancouver. Tampoco puedes dejar de probar el salmón glaseado con miel de maple o un corte de bisonte o jabalí.
La experiencia es mágica y disfrutarás mucho de la vista o el sonido de la nieve cuando la pisas en absoluto silencio y en medio de la naturaleza.
Algunas recomendaciones:
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Jackson Hole es un lugar que ofrece actividades todo el año. En verano por ejemplo, la naturaleza es el principal atractivo, pues se encuentra ubicado cerca del parque nacional más importante de los Estados Unidos: Yellowstone, que fue el primer parque nacional de la Unión Americana. Ahí puedes disfrutar de la observación de muchísimas especies de animales.
Sin embargo, en la temporada invernal es un destino de ensueño. Tienes el pequeño pueblo de Jackson que acaba de cumplir cien años de historia. En él puedes encontrar hoteles temáticos con el sabor del viejo oeste que te dejarán maravillado. Si hablamos de la montaña como tal, Jacksonhole tiene una gran variedad de hospedaje para todos los niveles económicos y temáticos.
Jackson Hole tiene una particularidad: está ubicado cerca de Grand Teton, unas montañas escarpadas impresionantes. Los primeros pobladores fueron franceses, por eso el nombre. Para los esquiadores muy avezados hay una pista excelente en la cima de la montaña. Pero también hay opciones para quien apenas quiere aprender a esquiar.
La oferta culinaria es extraordinaria. En el pueblo puedes probar una deliciosa hamburguesa de bisonte que además tendrás la certeza de que su carne está producida por los propios pobladores, es decir, la comida va de la granja a tu mesa.
¿Cómo llegar ahí? Para llegar a Jackson Hole puedes hacerlo desde 13 ciudades estadounidenses conectadas con vuelos directos a la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey.
Este destino es ski in ski out, y todo se encuentra a no más de 30 minutos de los lugares de hospedaje. Aunque es un destino para esquiadores, lo cierto es que en él puedes planear desde una luna de miel idílica sensacional o un viaje con amigos, pues la vida nocturna es muy divertida.
Si de plano no pretendes esquiar, puedes visitar el espectacular refugio de alces, fundado por Harrison Ford. Es el más grande de Estados Unido y cuenta con un tour a bordo de un trineo jalado por caballos desde el cual podrás apreciar a los hermosos alces que ahí habitan. Tiene otra peculiaridad: los alces cada año cambian de cuernos, no se los cortan ni nada, sino que se les caen para crecer de nuevo. La gente del refugio los recoge y los vende. Con el dinero que recaudan emprenden obras de conservación natural e histórica. En la plaza del pueblo hay cuatro arcos hermosos, fabricados exclusivamente con cuernos de alce.
Es un destino familiar y muy seguro. Tiene mucha tranquilidad y muestra mucho respeto por la vida, tanto la de las especies que conviven ahí como de las familias que llegan.
Recomendación:
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Quebec está ofreciendo una estación de esquí desde la mitad de diciembre hasta finales de marzo y principios de abril. Cada mes es diferente pues el clima varía mucho. Además, en Quebec nos gusta festejar y puedes encontrar festividades muy distintas como el recibimiento del Año Nuevo.
Por ahora, Tremblant tiene un nuevo centro turístico: un pueblo peatonal que te permitirá, además de esquiar en la montaña más alta del este de América, disfrutar de grandes fiestas. Aquí, además de otras actividades de invierno, puedes encontrar escuelas para principiantes del esquí y que cuentan con profesores que hablan español.
La montaña más cercana a la ciudad de Quebec es Mont-Saint-Anne. Vistarla te permite, además de practicar el esquí, gozar de toda la infraestructura de Quebec. No es un destino ski in ski out, pero la mayoría de la gente disfruta mucho de visitar la montaña en el día y la ciudad por la noche.
Le Massif es algo nuevo y diferente pues tiene un microclima muy especial. Hay mucha nieve, de aquella que los esquiadores prefieren; hay un pueblito bastante cerca; un viaje en tren que va del pueblo a la montaña. Hay muchas escuelas para principiantes y es mágico porque tiene una vista fenomenal al Río San Lorenzo. Además, no llegas, como en muchos destinos al pie de la montaña, sino a la cumbre. Una experiencia e invierno muy interesante.
En Quebec encuentras muchísimas galerías de arte y una cocina muy variada. Lo que también convierte la experiencia en una actividad cultural. Por supuesto, no son las montañas clásicas del western, pero te permite mezclar lo deportivo con lo cultural. La oferta de invierno es muy interesante para el mexicano.
Si vienen en febrero encontrarás el Carnaval de Quebec y tener la oportunidad de conocer el hotel de hielo. También en Montreal puedes encontrar el Festival de Montreal Iluminada, que es un espectáculo de luces y animación en las calles, además de los festivales gastronómicos.
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Un destino espectacular que cubre todos los gustos: puede ser un viaje familiar, un viaje romántico de pareja y un viaje de aprendizaje. Aprender a esquiar no es difícil, solo hay que perder el miedo. Aquí hay opciones para todos los niveles, para todos los gustos y para todos los bolsillos.
Vail tiene una montaña muy querida por los mexicanos. El 40% de los departamentos del pueblo es propiedad de mexicanos. En cualquier época del año encontrarás que se habla español. Además, su montaña es hoy por hoy la más grande de Norteamérica. La compañía Vail Resorts tiene destinos tanto en Colorado como en California y Utah.
La nieve empieza desde finales de noviembre. Pero si uno está buscando un buen precio y buena nieve, desde la primera quincena de enero hasta la primera de febrero, es la mejor temporada.
Para llegar a Vail podemos hacerlo a través del aeropuerto de Denver, ciudad a la que puedes viajar directamente desde la Ciudad de México y desde Chihuahua. Si lo haces con escala puedes llegar a Houston, Dallas y Phoenix, para después trasladarte al aeropuerto de Eagle, que está a media hora de Vail.
El esquí es para todos los gustos y para todos los niveles. Es un viaje muy completo donde ya tenemos solucionado gran parte del día y eso lo hace más fácil. Hay que dejar el miedo en México. Así será mucho más fácil aprender. En promedio, una persona aprende a esquiar en tres días y podrá, si no bajar por toda la montaña, sí moverse con soltura en las pistas verdes, que son las más fáciles.
Hay que llevar ropa caliente y ropa impermeable por si llegaras a caerte el agua fría no llegue al cuerpo. Si no tienes ropa impermeable puedes comprarla allá, o en su defecto rentarla. Aunque la diferencia de precios no es mucha, así que es mejor comprarla. La recomendación es vestirse “en capas”. En primer lugar, usar una camiseta de algodón; encima una sudadera; después el traje de esquí y finalmente un chaleco o una chamarra. Las botas, los esquís y los bastones es mejor rentarlos en el destino. Es muy importante llevar lentes oscuros, pues el reflejo de la luz en la nieve puede quemar la retina.
En Vail, como en muchos destinos, hay escuelas de esquí abiertas y por niveles. Pero si una familia quisiera estar junta en las clases, puede contratar a un maestro privado que estará todo el día con ellos. Además puedes hacer motonieve y trineo jalado por perros o por caballos; caminar en raquetas por el bosque; pasear en carruaje por el pueblo; ir de compras, etcétera.
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Fundada originalmente como una explotación minera, la ciudad de Aspen –Colorado, E.U.-, hace tiempo que dejó a un lado su carácter platero. Desde hace más de cincuenta años, la vida de Aspen gira en torno a dos temas particulares: el turismo y el arte. A pesar de ser un pueblo pequeño en medio de las montañas, su vocación cosmopolita la convierte en un fabuloso destino donde tanto esquiadores como no esquiadores encontrarán un sinfín de atractivos.
El clima en Aspen es un poco extremoso: durante el verano alcanza los 30ºC, mientras que en las épocas más duras del invierno puede llegar a los 32ºC bajo cero. Dependiendo de tus intereses cualquiera de las dos temporadas es excelente para hacerle una visita… aunque la gran mayoría prefiere acudir hacia el final del año.
Aspen es un pueblo pequeño de apenas poco más de 6 mil habitantes. Sin embargo, cuando lo visites podrás ver bastantes más rostros, ya que es un destino turístico muy visitado. La gente que encontrarás en Aspen, tanto oriundos como extranjeros, comparte el amor a la naturaleza, el deporte y la cultura.
Debido a su condición cosmopolita, Aspen tiene una amplia gama de restaurantes de cocina internacional: italiana, mexicana, argentina, japonesa… para todos los gustos y para todos los bolsillos. Si tu paladar busca algo un poco más regional, no olvides probar el salmón real de Alaska o la langosta blanca de Maine.
Los bares y tabernas al pie de la montaña son uno de los grandes atractivos de Aspen. Después de una sesión de esquí, nada mejor que un traguito acompañado de buena charla. Una novedad: oasis de champaña móviles. ¿Cómo? Así como lo escuchas: si te encuentras en la montaña haciendo senderismo o preparándote para esquiar, quizá puedas encontrarte con un bar móvil donde disfrutar una copa de champaña y deliciosos canapés. Ojo: estos bares solo aparecen entre febrero y abril.
Recomendaciones:
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