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Nov 16, 2015 Jesús Alonso ¿A DÓNDE VAS?, INTERNACIONAL 0
Con olor a Jazmines, a orquideas y frutas exóticas, la ciudad de la eterna primavera, nos recibe con sus cielos limpios, valles anaranjados y montañas eternamente verdes.
La capital de Antioquia está custodiada por montañas y vigías inmortales. Sus noches son siempre de luna, y durante el día sus cielos son claros y tan azules como el mar.
Su gastronomía es un mosaico de sabores, olores y colores y es el pretexto perfecto para iniciar un viaje a través de su cocina. Las calles del centro huelen a fruta fresca y por donde quiera hay puestos que ofrecen mango verde con chile, naranjas en rebanadas y salpicón: una especie de coctel que es muy popular aquí y donde se mezclan sabores exóticos; se prepara con hielo, plátano macho maduro, mamoncillos, uvas, papaya, coroso –un tipo de nuez- y otros frutos que no conozco.
PLAZA BOTERO
Para los amantes del arte y la cultura, un imperdible es Plaza Botero, una de las más famosas de Medellín, desde hace diez años se ha convertido en un referente del arte pues fue diseñada por el mismísimo Fernando Botero quien decidió donar algunas réplicas de sus obras a esta ciudad.
Él ubicó en la plaza las 23 piezas de su obra y las dos fuentes de agua que las rodean. El guía cuenta que las obras fueron fundidas en bronce en talleres tradicionales de Pietra Santa, Italia, donde el artista antioqueño dirige minuciosamente el proceso de producción de moldes y vaciados. Me pierdo entre guayacanes, cipreses, ceibas y, por supuesto, entre las obras inmensas del artista: Mujer Reclinada, Mujer Sentada, Hombre Vestido, Rapto de Europa, Eva, Caballo con Bridas, Maternidad– entre otras.
Aunque la plaza, ubicada frente del Museo de Antioquia, se construyó en 1999, no fue sino hasta 2002 que se instalaron las esculturas del maestro Botero, exhibidas anteriormente alrededor del mundo, París, Nueva York, Madrid, por nombrar algunas ciudades.
No hay que perderse la zona norte de Medellín, donde está el Parque Explora, un museo interactivo de ciencia y tecnología que también tiene un planetario y un imponente acuario amazónico (el más grande de América Latina), es una verdadera selva inundada con especies de los ríos de Colombia y Brasil especial para los niños y para los amantes de la naturaleza.
El Sector Comercial El Bosque es otro punto que hay que visitar, aquí es donde se concentran los restaurantes, cafés, tiendas y bares. Se puede hacer toda una ruta gastronómica para saborear las delicias que ofrece la ciudad. El guía recomienda extraviarse en el sector, entre sus callejuelas, disfrutar la comida y conversar con la gente sin prisas, sin tiempo.
Las Arepas de Chócolo son un ícono aquí, huele a maíz tostado y café recién hecho pues los colombianos las comen hasta con café pues hay dulces, saladas, rellenas o sencillas.
Hay que dejar espacio para ir a las Cazuelas de la 80, donde se vende comida criolla, o regional. En todo el país existe una extensa tradición alimenticia basada en los ingredientes autóctonos: maíz, papa, frijol, arroz y huevo. Los aromas que emanan de ésta cocina son deliciosos, el aire está impregnado de olores que provienen de las cazuelas de arroz con frijoles, carne y atados, que son una especie de tamal o mixiote envuelto en hoja de plátano. Lleva arroz, frijoles, papa, zanahoria, carne de res, puerco y pollo. Y claro, se acompaña con arepa salada o al natural (sin sal). Aunque aquí, la favorita de los lugareños es la Santandereana, una carne oreada que es adobada previamente con especias, sal y limón e incluso se le puede poner cerveza (por qué no una buena cerveza artesanal colombiana), luego se pone a secar al sol durante algunos días, produciendo un manjar para muchos viajeros.
También preparan aborrajados, papas criollas, puerquitas, chicharrón, longaniza, chorizo morcillas y chunchullo, todos platillos colombianos. Aunque no puedes dejar de probar el café, pido un tinto, que es una especie de expreso o americano cargado. Generalmente lo toman con leche porque es muy fuerte pero me parece una delicia.
Para ir a esta ciudad hay que tomar un vuelo de Copa Airlines, desde el aire, se vislumbra una ciudad anaranjada inmensa entre valles y montañas verdes que forman parte de la cordillera oriental de los Andes. La capital colombiana es de color naranja porque sus casas y edificios están construidos con ladrillo. Se respira un aire limpio y por todos lados huele a café recién hecho.
Caminamos por el centro histórico, entre las calles empinadas de piedra del barrio de La Candelaria que presume sus casas de ventanales y cornisas decimonónicas y balcones coloniales. Aquí están los restaurantes de cocina internacional, cafeterías, galerías y museos.
Pero desde su fundación, en el siglo XVI, allí se desarrolló la vida de la ciudad. La Candelaria es uno de los centros históricos mejor conservados de Latinoamérica y hasta ahí llegan artistas y viajeros de todos los rincones del planeta.
Conserva sus edificaciones coloniales, desde la Catedral Primada hasta la Casa de Nariño, pasando por el Teatro Colón, el Museo del 20 de julio, el edificio de la Cancillería, el Colegio de San Bartolomé y muchos otros sitios que lo hicieron merecedor del título de Monumento Nacional en 1963.
MUSEO DEL ORO
En la calle 16, está el museo del oro, uno de los más famosos de Bogotá porque resguarda una de las colecciones prehispánicas más importantes del mundo. Tiene piezas orfebres, metálicas y cerámicas de las culturas indígenas del país. Dentro de la colección se encuentran la Balsa Muisca y el Poporo Quimbaya, símbolos del museo.
A unos pasos de ahí, en la calle 11 está el Museo Botero que tiene una colección de 123 obras del artista y otras de Renoir, Dalí, Chagall, Picasso, Miró y otros autores de los siglos XIX y XX. Además, la donación de las obras de Fernando, es una de las más importantes del país.
Antes de que se ponga el sol nuestros pasos nos conducen hasta el cerro de Monserrate, es el mayor icono de la ciudad. Para llegar hay que tomar el teleférico, aunque también se puede subir por las escaleras si la condición física lo permite. Arriba se encuentra el Santuario del Señor Caído y también hay restaurantes de cocina colombiana aunque lo mejor es el mirador que regala una vista panorámica de la ciudad y una postal inolvidable de la luna sobre Bogotá.
La brisa marina y los atardeceres que transforman los colores de las fachadas de casas de más de 400 años hechizan a los visitantes en Cartagena. Esta ciudad, Patrimonio Histórico de la Humanidad, fue fundada en 1533 por Pedro de Heredia, conserva la arquitectura colonial de sus construcciones y el conjunto de fortificaciones más completo de Sudamérica.
Reconocida por los 11 km de murallas que en ella erigieron los españoles, Cartagena tiene un centro histórico que es preciso caminar sin afanes. En esta ciudad, declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO en 1984, tienen lugar festivales dedicados al cine y a la música clásica. Cartagena es ideal para pasar lunas de miel, para bucear y para llegar en cruceros, entre otras cosas.
Esta ciudad es un museo al aire libre, pero tiene mucho más que cultura e historia. Cartagena también es destino de sol y playa, deportes náuticos y artesanías, entre otras opciones para los viajeros.
El centro histórico, que encierran las murallas de Cartagena, es el alma de esta ciudad que le sirvió de inspiración a Gabriel García Márquez para escribir algunos de sus libros. Aquí, además de respirar su historia en las calles empedradas, se puede explorar el Castillo de San Felipe, asombrarse con un recorrido por iglesias antiguas, conocer la casa del Marqués de Valdehoyos , el teatro Heredia y hasta nadar y flotar en un volcán de lodo.
EL MUSEO DEL ORO ZENÚ
No puedes dejar de entrar a este recinto si estás en Cartagena pues acoge una colección del legado indígena y muestra cómo era su economía basada en la agricultura, recursos naturales y el trueque. En sus salas se exhiben joyas de oro y otras piezas precolombinas que han sido encontradas en los departamentos de Córdoba, Sucre, Bolívar y parte de Antioquia.
Por la noche hay que recorrer la calle del Arsenal, el parque Bolívar y la Plaza de Santo Domingo que cobra vida al caer el sol, aquí abundan los bares, joyerías, cafés y restaurantes. La plaza es muy frecuentada, además de turistas, por teatreros, músicos, bailarines y otros artistas que ofrecen sus espectáculos al lado de la iglesia de Santo Domingo, y de la escultura ‘Gertrudis’, del maestro Fernando Botero.
Colombia es un paraíso por descubrir, conoce sus secretos y escápate con Copa Airlines.
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