Travel Report » Entradas » ¿Cómo soportar a un pasajero incómodo en un avión?
Jul 22, 2013 Jesús Alonso TRAVELER TIPS 0
EL PESADO
El problema. Estás cansado. Tu cuerpo te dice que son las 3 de la madrugada pero en hora local son las 10 de la noche. Nada te gustaría más que estar en tu cama. Pero estás en un avión a miles de kilómetros de casa. Si pudieras cerrar los ojos, flotar… ¡pero no! Tu vecino está de pesado. Se ha tomado unas copas. Su mujer le ha dejado por el instructor de squash. Y no tiene ni manera de ver que a ti no te importa.
La solución. Invierte en unos auriculares que aíslan el sonido exterior, unos bien grandes y ostentosos para dejar claras tus intenciones. Aunque no escuches música, póntelos. O dile a tu nuevo amigo que eres sordo. Añadir un ‘cállate’ es opcional, pero más vale mantener la educación.
EL BEBÉ LLORÓN
El problema. “¿Por qué siempre me toca a mí?” ¿Cuántas veces has estado en la puerta de embarque número 7 rezando para no estar en el radio acústico de ese bebé llorón? Y, por supuesto, resulta que te ha tocado de compañero de viaje. Dos horas de llanto después, además te vomita encima.
La solución. Pobre niño, no es culpa suya. Solidarízate con la madre/padre/niñera que tienen que soportarlo cada día y no sólo lo que dura un vuelo. Ten a mano una pastilla para dormir. Los auriculares aquí también pueden ser un buen aliado.
EL APESTOSO
El problema. La halitosis es un tema delicado, como recordarás de tus lecturas de las páginas de consultorio de cualquier revista que leyeras de adolescente. Siempre había alguien que dudaba sobre si decirle a su mejor amigo que debería cepillarse los dientes. En esta lucha no estás solo y volar junto a alguien a quien le apesta la boca es sin duda un infierno.
La solución. Ofrécele un caramelito de menta o ruega a la azafata que te den un asiento en primera clase.
LA DESPEDIDA DE SOLTERA
El problema. Susana se casa. La han vestido con un velo, una diadema y una L colgada del cuello. Viaja con su grupito de amigas teñidas e histéricas, todas con camiseta color de rosa donde pone: «Despedida de Susana», «Madre de la novia», etcétera. Susana se ha bebido una botella de alcohol entera, le cuenta a las filas de la 14 a la 25 lo adorable que es su Jorge (que ya va por la quinta pinta de cerveza en algún bar con los amigotes) y se arranca a cantar a lo casting reality de talento.
La solución. O dejas de ser un aguafiestas y únete a ellas. Dile a Susana que Jorge tiene mucha suerte, que tiene un pelo precioso y seguro que te hacen miembro honorífico de la despedida de soltera. En unas horas estarás cantando ‘Single ladies’ en el karaoke con la madre de la novia.
LA DESPEDIDA DE SOLTERO
El problema. Jorge se casa. Lleva un polo donde pone: «Despedida de soltero de Jorge ». Vuela con un grupito de gansos, incluido un señor más entradito en años que lleva una camiseta donde pone «Vegestorio». Jorge está borracho. Pero no tanto como su padrino de bodas, que pronto intentará ligar con la azafata.
La solución. También, deja de ser una aguafiestas y únete a ellos. Dile a Jorge que Susana tiene mucha suerte y asegúrate de estar bien lejos si la azafata se niega a ser ligada y quieren intentar algo contigo.
EL ADICTO AL TELÉFONO
El problema. Como está pendiente de un correo electrónico superimportante no puede apagar el aparatito durante el vuelo, aunque suponga el colapso abordo y el avión se estrelle. Y en cuanto el vuelo aterriza, a pesar de que la azafata pide que no lo enciendas hasta llegar a la terminal, ya está otra vez con el telefonito.
La solución. Si morimos todos, será culpa suya y lo llevará en la conciencia. Si no, espera a que se vaya al baño, toma su teléfono, quítale la tarjeta SIM y disimula cuando se ponga histérico porque el teléfono no funciona (aunque, seguramente, se habrá llevado el teléfono al baño para poder consultar los e-mails ahí sentado).
Vía: Skyscanner
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