Travel Report » Entradas » Conoce la Zona Arqueológica de Tehuacalco, Guerrero
Feb 28, 2014 Jesús Alonso MÉXICO 0
Tehuacalco se ubica al sur del municipio de Chilpancingo, en los linderos con el municipio de Juan R Escudero, en la región Centro del estado de Guerrero. Los terrenos que actualmente ocupa la zona arqueológica pertenecían a la comunidad de Carrizal de la Vía, pequeña aldea localizada al noreste del asentamiento prehispánico. Además de Carrizal de la Vía, existen otros tres pueblos circundantes que pertenecen al núcleo ejidal de Dos Caminos y Anexos: La Haciendita, El Potrero y Garrapatas.
Se llega a la zona arqueológica de Tehuacalco desde el km 57 de la carretera federal México– Acapulco y también es accesible por la autopista del Sol, de cuota, saliéndose en Tierra Colorada y de ahí rumbo a Chilpancingo. Existe un claro señalamiento carretero.
Se calcula que el auge del asentamiento en la zona arqueológica puede fecharse entre los siglos XIII y XVI. Tehuacalco se localiza en la Sierra Madre del Sur, en el extremo de un largo corredor que unía el Altiplano Central con la costa del océano Pacífico. Su posición estratégica sobre este corredor le debió dar la importancia y el entorno propicios para su crecimiento como gran núcleo poblacional.
En efecto, este lugar se halla en un amplio lomerío rodeado de cimas de cerros que dan la apariencia de rodear al núcleo urbano, coincidiendo cuatro cerros con la idea prehispánica de la división del plano terrestre en cuatro rumbos. Así, Tehuacalco, al estar enmarcado por cuatro cerros que supuestamente señalaban los rumbos, motivó la atención ritual y la conformación de una geografía sagrada, es decir, cada marca y elemento geográfico estaba cargado de significado divino y era motivo y sede de la realización de rituales religiosos.
Los Yopes son uno de los grupos que existían en la época prehispánica en parte del territorio que actualmente ocupa el estado de Guerrero; su cualidad más reconocida es la de que no pudieron ser conquistados por el imperio tenochca en sus diversas incursiones a la costa del Pacífico (Barlow, 1992; Davies, 1968; Hassig, 1995).
El conocimiento que poseemos de los Yopes se debe a escasas referencias e ilustraciones en el Lienzo I de Chiepetlán, en el Códice Tudela y en fray Bernardino de Sahagún. También se poseen algunas inferencias derivadas del estudio
de elementos asociados al denominativo “yope” y al estudio de las representaciones de ese grupo (Ortega, 1941; Vié–Wohrer, 2002).
La arquitectura de los edificios que conforman este asentamiento prehispánico posee 2 elementos particularmente singulares. Por un lado las construcciones tienen forma de prisma rectangular y, por el otro, la cimentación fue elaborada con cantos rodados de hasta 2.5 mts de diámetro. Algunas de estas rocas fueron labradas con figuras que aluden al ciclo del planeta Venus, así como a otros fenómenos astronómicos y a varios rituales acuáticos. Tiene 15 estructuras de piedra; sobresalen un juego–ritual de pelota de 150 mts de largo, tres edificios de regular tamaño y un basamento piramidal, denominado Estructura Cinco, que mide más de 20 mts de altura y en el que todavía se pueden ver restos de escalinatas muy anchas.
Fueron los “Yopes” los primeros habitantes de este centro arqueológico, los que formaban una agrupación agrícola que estaba organizada en clases sociales. La subsistencia de la sociedad dependía de la relación entre los diferentes integrantes, la que estaba dirigida por la clase gobernante y los sacerdotes, quienes se encargaban de realizar las ceremonias a los dioses, para pedir abundantes lluvias y semillas. También existían clases sociales con privilegios, como los guerreros, los comerciantes y los artesanos. Este fue un centro ceremonial donde se rendía culto a la montaña y al Sol.
Por su parte, la población en general se dedicaba principalmente al cultivo agrícola, aunque la dieta era rica y variada, incluyendo carne obtenida mediante la caza. Su principal alimento era el maíz, el cual sembraban, cosechaban y molían. Los agricultores dependían de la temporada de lluvias para lograr las cosechas que les permitieran subsistir.
La base de la tecnología era la piedra; usaban el cristal volcánico llamado obsidiana, para tallar herramientas de corte y piedras pulidas, a fin de crear manos de molienda, entre muchas otras herramientas, además de materias primas como el hueso, la madera y las fibras. Respecto a los metales, éstos son conocidos en lo que hoy es el estado de Guerrero desde el año 650 d. C., pero su uso es principalmente ornamental con una fuerte carga simbólica y rara vez tuvo una función utilitaria como herramienta.
No dejes de visitar esta extraordinaria zona arqueológica, una gema más al interior del Triangulo del Sol de Guerrero.
Para mas informacion turística de esta y otras zonas arqueológicas visita:
http://guerrero.triangulodelsol.travel/artesanias-guerrero/zonas-guerrero
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