Queridos amigos, hoy en día, el llamado “turismo ecológico” se erige como una de las grandes alternativas para el desarrollo turístico de nuestro país. Sin embargo, el principal problema que enfrenta es la cada vez más grave devastación ecológica que está minando los recursos y medio ambiente en general de nuestra Patria, derivada principalmente de la depredadora intervención humana así como a consecuencia de los efectos por todos conocidos del “cambio climático”.
Y los ejemplos abundan: sería imposible promover dicho género de turismo en ríos como el Lerma Santiago, Sonora y Bacanuchi o en algunas de las principales cuencas hidrológicas de México. De la misma manera, también absurdo sería pretender activar el turismo ecológico en el 60% de las playas nacionales que se encuentran contaminadas por las descargas de aguas residuales urbanas (comprendidas las de los hoteles) y por las derivadas del uso industrial. Al respecto ¿qué dicen el Sistema Nacional de Información sobre la Calidad del Agua en Playas y la propia Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales?
Lamentablemente sus reportes están viciados por la obscuridad en los registros sobre la calidad del agua en las playas, particularmente en las prioritarias, lo que afecta de modo severo al turismo desde el momento en que éste no puede contar con información confiable en torno a sus posibles destinos y pone en alto riesgo a los turistas, no sólo frente a bacterias y otros microorganismos como virus y protozoarios que se encuentran en las descargas de aguas residuales, sino también a la contaminación derivada de la explotación de hidrocarburos. La playa más contaminada es Zihuatanejo, considerada “no apta” para el uso recreativo debido a su elevadísimo nivel de bacterias en el agua: 399 por cada 100 mililitros, contra 10 que presentan las playas más limpias, como en el caso de San Lorenzo en Campeche y la Bahamita en Ciudad del Carmen. Otras más son la de Hornos en Acapulco, Varadero en Ixtapa y las Gatas en Guerrero, seguidas por la de Chicxulub en Progreso, Yucatán; Maviri en Los Mochis, Sinaloa; Lancheros en la Riviera Maya de Quintana Roo; Sesteo en Santiago Ixcuintla, Nayarit, así como Marinero en Puerto Escondido, Oaxaca, por citar algunas de las más sobresalientes y contaminadas.
Lo cierto es que no podemos continuar afectando de modo irremediable a nuestro medio ambiente y al turismo, una de nuestras principales fuentes de ingresos a nivel nacional. ¿A quién corresponde corregirlo? Al gobierno federal a través de la SEMARNAT y a las distintas autoridades estatales, pero mientras no exista un ápice de conciencia en todos ellos así como en la sociedad involucrada, será imposible revertir y corregir esta dramática realidad que aqueja a la mayor parte de nuestras costas y playas. Hasta aquí mi reflexión.