Travel Report » Entradas » El Castillo de Julia Hasdeu
Jun 10, 2014 Jesús Alonso ¿A DÓNDE VAS? 0
Julia Hasdeu nació en 1870 y desde pequeña demostró tener mucho talento con las letras. Como artista precoz escribió poemas, prosa y obras de teatro. Desgraciadamente la tuberculosis se la llevó en 1888 acabando con una prometedora carrera literaria. Tras su muerte su trabajo fue publicado por su padre, Bogdan Petriceicu Hasdeu. Sin embargo, presa de la amargura, este acto póstumo no fue suficiente y Hasdeu convirtió su vida en una obsesión para comunicarse con el “otro mundo”.
En 1893 la familia Hasdeu pasaba unos días de vacaciones en Câmpina, enamorado por la tranquilidad del lugar B.P. Hasdeu compró una propiedad. Tres años más tarde construyó el Castillo Julia Hasdeu de acuerdo a unos planos diseñados por él mismo inspirado, como aseguraba, por el espíritu inmortal de su hija.
Finalmente construyó un castillo con 3 torres lleno de simbología y detalles. En el frontal vemos el emblema de la familia Petriceicu, el slogan de la familia (« Pro fide et patria » – por la fe y la patria-) y unas palabras de Galileo Galilei (« E pur si muove » – y sin embargo, se mueve -) quizás en referencia al sistema rotatorio con el que se abre la puerta principal. A ambos lados un par de esfinges guardan la entrada y sobre ella el Ojo del Mundo. Para terminar la foto las rejas laterales simbolizan el sol. Así para empezar, no está mal. ¿Qué habrá en su interior?.
Dentro del castillo encontramos una vivienda decorada con objetos que hablan de la familia Hasdeu: muebles, figuras y cuadros que cuentan la historia de los Hasdeu y hasta representan sus obsesiones como el cuarto del espiritismo.
La estancia central es con mucho la más espectacular. Bajo una cúpula pintada en rojo y amarillo encontramos una figura que representa a Jesús con los brazos extendidos. Es una imagen que impacta ya que no estamos en una iglesia, a pesar de ser un castillo no dejaba de ser una casa particular.
B.P. Hasdeu vivió aquí los últimos 10 años de su vida y no es difícil imaginar lo poco sano que debía de ser vivir encerrado con sus obsesiones.
Cuando falleció los herederos afrontaron el problema de conservar el lugar. Ante lo costoso del asunto optaron por abandonarlo hasta la ruina. En la década de 1960 el castillo pasó a formar parte de la lista de monumentos arquitectónicos de Rumanía y se restauró para abrirlo como museo en abril 1965. La restauración no fue 100% fiel a la idea original pero aun así no se puede negar que les está quedando bien ya que siguen en ello.
Vía www.3viajes.com
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