El mundo de 2050 podría no ser tan terrible
Cuando se habla del futuro es común encontrarse con panoramas deprimentes de mares contaminados y cielos grises. El afán de crear consciencia sobre el daño ecológico puede revertirse a la apatía. ¿Si no se puede hacer nada, para qué preocuparse?
Ese fue el racional del ambientalista británico Jonathan Porritt, que en su más reciente novela muestra una Tierra mucho más optimista para 2050. The World We Made es la narración del profesor Alex McKay que cuenta a sus alumnos cómo es que el mundo mejor en el que viven sucedió, cómo la humanidad logró vencer obstáculos y resolver serios problemas.
En el 2050 de Porritt, todos tenemos energía solar suficiente, existe la “energía de Internet” que se distribuye por los cinco continentes y el carbón y petróleo han desaparecido porque son demasiado sucios y costosos. Nuestro sistema agrícola provee alimento al mundo entero, el sistema de agua es sostenible por tecnologías de desalinización, purificación e irrigación. Además, el crecimiento de la población ha disminuido gracias a la planeación familiar.
Incluso el cambio climático y el capitalismo, los grandes dolores de cabeza del mundo moderno, se han resuelto. El 2020 los líderes del mundo se reunieron en Houston para llegar a un acuerdo global cuando Estados Unidos se dio cuenta que estaba perdiendo la partida por tecnología verde ante China. Más de 450 millones de personas trabajan en compañías que operan de manera colaborativa, lo cual impulsa el consumo colaborativo también.
El razonamiento de Porritt no es mera ciencia ficción. Existen tres tendencias que le han dado esperanza sobre el futuro.
1. Los adelantos de tecnología en áreas como energía y agua.
2. La tecnología está mejor distribuida que antes, no tenemos que esperar a los gobiernos para que la suplementen.
3. La sensación común de que el ciclo del viejo orden llegó a su fin. No hay nueva ideología proveniente del sistema político establecido.
Aunque el autor admite que una realidad tal cual es complicada afirmó en la presentación de su novela en Londres que “intento que la gente mire el reto desde un punto de vista distinto. Es un truco psicológico.”
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