La guerra eterna por el control de los Fideicomisos
Se dio a conocer una noticia en el Estado de Baja California, que ha sido un tanto controvertida: se fusionaron los fideicomisos de promoción turística de Mexicali, Tijuana y Rosarito.
Es un tema que como Titular de la Comisión de Oficinas de Convenciones y Visitantes (OCVs) de nuestra querida Asociación Mexicana de Hoteles se me pidió opinión, al igual como ex presidente nacional de las Asociación Nacional de Oficinas de Convenciones.
La experiencia me ha enseñado que en el tema de oficinas de turismo y convenciones no hay una lámpara de Aladino y tampoco una fórmula perfecta, lo que funciona en un Estado puede ser malo en otros y todo depende del factor humano, el apoyo y la experiencia, por supuesto.
En algunos casos funciona muy bien un fideicomiso plural donde esté integrada la iniciativa privada (IP) y el Estado, otros donde la IP está mejor posicionada, casos como el de Oaxaca donde existe un fideicomiso donde la IP tiene voz pero no voto.
La verdad es que en México el tema de los Fideicomisos es muy variado, los hay “de chile, mole y guacamole”.
¿Quieres saber cuál es la fórmula exitosa?, la respuesta es simple, es aquella que logra elevar los indicadores de hospedaje, alimentos y servicios y que no se vea obligada a maquillar cifras, para salir adelante.
El caso de Baja California, donde se fusionan tres OCVs o Fideicomisos con el tema de eficientar recursos, podría resultar contraproducente, el pretexto no es suficiente para una decisión de ese tipo.
Habría que ver, el fondo desde una perspectiva más amplia, los perfiles de las ciudades son muy importantes al igual que los actores que intervienen, el perfil de Playas de Rosarito, Ensenada, San Quintín, Tecate, Mexicali y San Felipe son totalmente diferentes.
Sabemos de antemano que entre más oficinas más se diluye el recurso, pero para eso están los acuerdos entre destinos, ir de la mano en acción como Estado y diferenciada entre los destinos específicos.
Lo peor que le puede pasar a un destino es que las decisiones se tomen desde un escritorio, la voz y voto de la iniciativa privada es y debería ser quien decidiese, pues al final son estos quienes ponen en riesgo su capital y quienes se ven perjudicados con las ocurrencias políticas.
