Travel Report » Entradas » La leyenda de la Mulata de Córdoba
Jul 16, 2014 Jesús Alonso MÉXICO 0
Saludos, Viajeros. Hoy nos corresponde hablar de una de las leyendas más conocidas de Veracruz: la leyenda de la mulata de Córdoba.
Hace muchos años, en la época de la Inquisición, vivía en la ciudad de Córdoba una hermosa mujer mulata, llamada Soledad, quien se sabía que estaba sola en el mundo. En aquéllos tiempos no era bien visto un color de piel diferente al blanco: los indios y los negros no tenían derechos, y esta mujer, testigo de la unión de dos razas, era casi un insulto para los conservadores de costumbres. Sin embargo, su extremada belleza la hizo blanco de muchas galanterías pero, en lugar de alegrarle, le causaban repulsión, volviéndose muy huraña.
Conforme pasó el tiempo, las mujeres comenzaron a correr el rumor de que ella practicaba hechicería. Aseguraban que, por las noches, salía de las ventanas de su choza una luz intensa, extraña y misteriosa. Las autoridades del Santo Oficio y sus propios vecinos comenzaron a espiarla para confirmar los rumores de su relación con el diablo, pero ocurría todo lo contrario: todos los domingos, estaba en misa, por lo que los rumores se aplacaron.
No obstante, el alcalde de Córdoba, Martín de Ocaña, un hombre entrado en años que ardía en pasión por la mulata, dudaba todavía. Esto era porque el hombre le confesó su amor y le prometió regalos de todo tipo si ella accedía a entregarle su cuerpo. Como la Mulata no estaba dispuesta ni a sonreírle, el desairado hombre se convirtió en su peor enemigo. Para deshacerse del insulto, razón de su sufrimiento, y de la mujer que odiaba y amaba a la vez, el alcalde acusó a la Mulata de haberle dado un brebaje para hacerle perder la razón. Su esperanza era verla arder en una pila de leña verde, porque si no era suya, no sería de nadie.
Esa misma noche, el alcalde, seguido por sirvientes, asistentes, amigos y policías, rodeó la choza de la Mulata y, en nombre de la Santa Inquisición, le mandaron abrir la puerta. La mulata, presa del terror, no obedeció, y cuando abrieron su puerta, se la llevaron apresada en una carreta descubierta, custodiada hasta las mazmorras de San Juan de Ulúa, donde esperaría su castigo.
Aquí, la leyenda de la Mulata de Córdoba es difusa. Unos dicen que fue en el mismo San Juan de Ulúa, en Veracruz, otros, por el contrario, afirman que sucedió en los calabozos del Palacio de la Santa Inquisición, en la Plazuela de Santo Domingo, en México. Lo cierto es que, después de su rápido juicio, se la encontró culpable de sostener pactos con el diablo. La sentencia decía que Soledad debía ser quemada con leña verde, en presencia de los ciudadanos, para que tomaran claro ejemplo de lo que no se debe hacer y dar justo escarmiento de los que, como ella, se apartan de los caminos del bien.
La noche antes de su sentencia, en lugar de rezar para pedir clemencia, Soledad comenzó a dibujar un barco con un trozo de carbón en las paredes del calabozo. Al día siguiente, cuando llegó su carcelero, quedó pasmado con la maestría y destreza de tal obra de arte. El barco tenía perfectamente delineados todos los aparejos de un bajel dispuesto a una travesía en alta mar. Ante la sorpresa del guardia, Soledad le preguntó con una amplia sonrisa:
-¿Qué es lo que le falta a esta embarcación?
Confundido, el guardián comentó presuroso:
-No parece que le falte nada.
-A este barco, le falta navegar – respondió Soledad.
La Leyenda de la Mulata de Córdoba nos dice que, en ese momento, la mulata comenzó a subir por las escalerillas del barco. Pero antes de irse, se dio la vuelta para despedirse de sus captores, y con un suave gesto de la mano, indicó su adiós mientras el galeón desaparecía ante los ojos desorbitados del centinela.
¿Qué te parece? Si ya te quedaste picado, visita los atractivos más bellos de Veracruz, donde podrás conocer un poco más sobre el Fuerte de San Juan de Ulúa.
¡Buen viaje!
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