Travel Report » Entradas » La parte religiosa que desconoces de los aeropuertos
Feb 14, 2014 Jesús Alonso CURIOSIDADES 0
El reverendo Frank Colladay Jr. estaba junto a la puerta esperando. En el vuelo venía una pasajera cuyo esposo había fallecido de un infarto en otro avión. Se llamaba Linda Gilbert y nunca se habían conocido.
La parroquia de Colladay es el aeropuerto de más tráfico del mundo. Su grey son personas de paso que necesitan que alguien las conforte, les de consejos espirituales o sencillamente alguien con quien orar.
Pero Gilbert necesitaba más que eso. Colladay la guió por el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson, la llevó en su Ford Fusion a Medicina Legal para que viera el cadáver de sus esposo y le coordinó a los dos un vuelo de regreso a casa. “No habló mucho. Pero su presencia fue reconfortante y me daba seguridad”, dijo Gilbert. “No sabía que en los aeropuertos hay capellanes”.
La mayoría tampoco lo sabe.
Los aeropuertos son pequeñas ciudades con sus propios cines, bomberos y centros comerciales. También tienen capillas, por lo general espacios pequeños sin afiliación religiosa particular en lugares apartados que ofrecen un respiro de los constantes cambios de puertas de salida y anuncios de seguridad, y están atendidas por 350 capellanes a tiempo completo y parcial en todo el mundo: católicos, protestantes y, a una escala menor, judíos, musulmanes o sij.
Esta labor se considera glamorosa y hay muchos candidatos. Los capellanes dicen que les encanta la agitación y la aventura de los aeropuertos.
Pero no se parece en nada a una asignación en una iglesia porque no hay una congregación permanente, ni bautizos, bodas o funerales. Los capellanes de aeropuertos atienden a un público transitorio por naturaleza.
Así las cosas, tienen que ganar rápido la confianza de los creyentes. Hay poco tiempo y todos están apurados por tomar el siguiente vuelo.
“Uno sólo tiene una oportunidad de impresionarlos, una oportunidad de ayudarlos”, dice el obispo D.D. Hayes, pastor interdenominacional en el Aeropuerto Internacional Dallas-Fort Worth. “Muchas veces tocamos la vida de personas a quienes no volvemos a ver nunca”.
Se ofrecen servicios diarios o semanales, pero el ministerio ocurre en otras partes.
Los capellanes despiden a los soldados que marchan al frente o están a la mano cuando llegan los restos de los caídos. Confortan a los pasajeros que visitan a familiares enfermos y a los que viajan para someterse a tratamiento médico. Durante las demoras por las condiciones del tiempo, los capellanes protegen a los empleados de las aerolíneas colocándose junto a ellos, y los pasajeros por lo general se comportan mejor en presencia de un sacerdote.
Los capellanes no están en los aeropuertos para hacer proselitismo y pocos pasajeros confiesan tener miedo a volar. Con frecuencia, se dedican a recorrer las terminales con amabilidad, ofreciendo ayuda en lo que puedan. Algunos caminan hasta 10 kilómetros diarios.
“Cuando tomé este trabajo, mi predecesor me dijo que debía comprar buenos zapatos”, dice el reverendo Jean-Pierre Dassonville, ministro protestante que se retiró después de 12 años de trabajo en el Aeropuerto Charles De Gaulle de París.
Los capellanes deben ser personas extrovertidas, reconocer las señales de que algo anda mal y saber cómo acercarse a los viajeros.
La reverenda Wina Hordijk, ministra protestante del Aeropuerto Schiphol de Amsterdam, vio una vez a una adolescente llorando. La jovencita tenía planeado viajar con su novio por Europa, pero se peleó con ella al comienzo del viaje. “Siempre tengo muchos pañuelos en la bolsa”, dice Hordijk.
Pero hay situaciones más complicadas.
EAl reverendo Jonathan Baldwin, asignado por la Iglesia de Inglaterra al Aeropuerto Gatwick de Londres, una pareja le pidió que los acompañara cuando su hijo y su nueva esposa regresaran de la luna de miel. La hermana del novio se había suicidado el día después de la boda. Baldwin consiguió un salón tranquilo para que se reunieran y le dieran la noticia en privado.
Pero los capellanes también están ahí en las grandes crisis.
Cuando las cenizas de un volcán provocaron el cierre del espacio aéreo de Europa en 2010, los capellanes de Nueva York ofrecieron a los pasajeros varados comida, camisas limpias, computadoras portátiles para revisar su correo electrónico y los ayudaron a comprar medicamentos por receta.Y después de un accidente, ayudan a consolar a los familiares de las víctimas.
“Cuando los socorristas termina, nos toca presentarnos a nosotros”, dice el reverendo Gordon M. Smith, capellán protestante del Aeropuerto Internacional de Calgary en Canadá.
Dentro del clero, las asignaciones a los aeropuertos están en gran demanda. Por lo general una plaza queda vacante cuando el capellán titular fallece. E incluso después de la muerte los capellanes se mantienen cerca del aeropuerto.
Cuando el reverendo Peter Holloway, un sacerdote anglicano del Aeropuerto de Melbourne, Australia, falleció en junio a los 91 años, lo enterraron en un cementerio justo debajo del corredor de aproximación a la pista 16.
AP
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