Los constructores de góndolas venecianas luchan por mantener la tradición
Venecia. (Reuters. Isla Binnie).- Las góndolas negras y brillantes que discurren por Venecia llevan el sello de un pequeño pero orgulloso grupo de artesanos que luchan por mantener vivos los métodos de construcción tradicionales para el símbolo más reconocible de la ciudad de los canales.
Cada una de ellas está dirigida por un gondolero con camiseta de rayas y sombrero de paja, y estos esbeltos vehículos de lujo ofrecen un escenario romántico para un crucero tranquilo o, no excepcionalmente, una propuesta de matrimonio.
En Venecia había unas siete mil hace unos 700 años, según la asociación de gondoleros Ente Gondola, pero su uso como transporte diario ha sido suplantado por los botes modernos. Las 433 que quedan se usan ahora principalmente como atracción turística.
En el astillero de Tramontin – conocido como squero en dialecto veneciano, el constructor de góndolas Roberto Tramontin explica por qué la empresa familiar fundada por su bisabuelo en 1884 todavía fabrica el clásico bote. “Es como una mujer, sin demasiado maquillaje, con un traje de noche de Armani, con sólo un diamante en la garganta”, dijo.
Se tardan dos meses en construir una a partir de las 280 piezas de distintas maderas entre las que se incluyen tilo, roble, caoba, nogal, cerezo, abeto, cedro y olmo, que suman un precio de unos 38.000 euros, según Tramontin. L
a madera se trata hasta un año antes de que pueda ser forjada en la embarcación con forma de plátano ligeramente asimétrica que permite a un único gondolero impulsarla en línea recta.
Los constructores de góndolas practican durante años antes de empezar a construirlas a la medida del peso de cada gondolero. “En 1970 empecé a trabajar y en 1994 hice mi primera góndola solo”, dijo Tramontin, apoyado en un ejemplo brillante que pesa 500 kg y mide 11,1 metros.
Tramontin dice que construye góndolas usando un 60% los antiguos métodos, pero que usa algunas piezas de madera cortadas a máquina y un tipo de contrachapado para la base. Después se aplican capas de barniz negro a toda la estructura, pero la ornamentación se ha limitado desde que un decreto del siglo XVIII dijera que las góndolas estaban demasiado adornadas. Las pequeñas cabinas del casco, que protegían a los pasajeros de la lluvia y de los ojos curiosos, se retiraron.
Perdiendo una cultura
La habilidad artística que rodea a las góndolas debería mantenerse, según el alcalde de Venecia, Giorgio Orsoni. “La góndola es uno de los símbolos de la ciudad y por lo tanto está claro que tenemos que hacer todos los esfuerzos posibles para protegerlas y también mantener la profesión, las técnicas”.
Los gondoleros deben tener una góndola para obtener una licencia, y muchos ahorran costes al comienzo de su carrera comprando una de segunda mano y después piden un préstamo para comprar una nueva.
Muchos gondoleros, casi todos hombres, heredan el negocio de sus padres, y tratan de destacar la conexión entre su trabajo y la vida de la ciudad. “Necesitas transmitir a los turistas el amor que sientes por Venecia”, dijo el gondolero Stefano Bertaggio, de 47 años.
vía: http://www.lavanguardia.com
