Travel Report » Entradas » Ocho joyas del Caribe guatemalteco
Abr 25, 2014 Jesús Alonso ¿A DÓNDE VAS? 0
El país maya por excelencia tiene mucho más que pirámides y volcanes. La costa caribeña, aunque poco conocida, combina paisajes de bosque tropical con playas, parques naturales y pueblos tan pintorescos como el de Livingston. Es la ‘otra’ Guatemala.
Guatemala también tiene Caribe. No como el de México, con instalaciones de primer nivel y todo un hartazgo de hoteles, restaurantes y campos de golf. El del país maya es un Caribeauténtico, amable y sencillo; aún ajeno al turismo de masas. Una buena base para darse a su expedición es Livingston, localidad mayoritariamente garífuna (descendiente de africanos) anclada en plena bahía de Amatique.
Al abrigo del mar Caribe, rodeada de selva; sin carreteras ni aeropuertos ni camino alguno que la comunique por tierra con el resto del país. A Livingston sólo se accede por mar (en barca, desde Puerto Barrios) o bajando Río Dulce, que desemboca justo allí, en La Buga (la boca), como antaño se llamó. Aquí, los campos de maíz y la bruma del Altiplano dejan paso al reggae y a las casas de colores. Verdes, rosas, azules. Que motean las colinas y se alzan frente al mar, sorteando palmeras. Se parece a Belice; o salvando un poco la distancia, al costarricense Puerto Viejo de Talamanca. Pero no a Guatemala, que la llama Tierra de Dios.
El ascenso por río Dulce transcurre entre manglares,cayucos y bosque tropical. La excursión inicia en el muelle de Livingston (previo acuerdo con alguno de los lancheros) y recorre los 16 kilómetros que distan hasta llegar al denominado Golfete, un ensanchamiento que aventura el volumen del famoso lago Izabal, río arriba. De camino se hace parada en Aguas Calientes (una fuente termal que vierte agua sulfurosa al río) y en la famosa Isla de los Pájaros, en realidad dos islas en las que habitan miles de aves acuáticas. La excursión puede extenderse hasta el castillo de San Felipe, una fortaleza construida en el siglo XVII para proteger las propiedades coloniales de los ataques de piratas.
Esta reserva protegida forma parte del Parque Nacional de Río Dulce y constituye uno de los últimos hábitats del manatí del Caribe, un mamífero acuático -que recuerda a la morsa- en peligro de extinción. El biotopo Chocón Machacas se encuentra en la orilla norte del Golfete y puede recorrerse gracias a una red de rutas acuáticas (rutas en barco por varias lagunas) que facilitan la observación de la flora y fauna del lugar.
Las del Caribe guatemalteco no tienen especialmente buena fama, pero esta playa de arena nívea cumple con toda expectativa: hamacas, cocoteros, naturaleza exuberante, tumbonas… y un sol abrasador, que asfixia y restalla en el mar. A Playa Blanca se accede exclusivamente vía marítima (cualquiera de las agencias turísticas de Livingston organizan la visita); de ahí suentorno vírgen y cuasi privado. Lo ideal es ir a pasar el día y volver una vez concluida la jornada.
Siete Altares congrega una serie de pozas y cascadas de agua dulce y cristalina. Y fría, no como la del mar… Se llega caminando; bordeando la costa (seis kilómetros desde Livingston). Antaño fue lugar de culto, de ahí su nombre… y por eso en la entrada la familia que administra el lugar tiene desplegado un auténtico altar, lleno de fotos y estatuillas de santos y chamanes. Incluso hay alguna de Barack Obama, a quien el pueblo garífuna tiene en aprecio. Adjunto tiene un pequeño restaurante que ofrece bebidas ycocina garífuna: tapado, pescado en salsa de coco, sopa de caracol…
Este cayo beliceño rezuma exotismo y quietud. Es una isla desierta. Así; sin más. Con solamente cuatro bungalós (que hacen de hotel) y una casita pintada de colores, típica caribeña, propiedad de la familia que atiende y gestiona este pequeño paraíso tropical.Lo ideal es ir a pasar, por lo menos, un par de días. Cualquiera de los lancheros del muelle de Livingston puede llevarle. De hecho, lo normal es que se ofrezcan incluso a pasar con usted el fin de semana y quieran organizarle una jornada de pesca o una mañana de snórkel para explorar los fondos marinos.
Adentrarse en las montañas vecinas y descender el río Quehueche en cayuco es una experiencia de lo más gratificante. No ya por la belleza del entorno, húmedo y tropical, sino por la inmersión en la cultura garífuna que supone realizar este paseo a la selva de la mano de un guía local. La excursión inicia en el centro de Livingston -en el restaurante Bahía Azul- y finaliza muy cerca de la playa del hotel Salvador Gaviota, justo en la desembocadura del río en el mar.
Esta pequeña península separa la bahía de Amatique delGolfo de Honduras formando una extensa zona de humedales, bahías, manglares, pantanos, playas y lagunas. El acceso a la zona protegida (conocida como Área de Protección Especial Punta de Manabique) no es barato, pero merece la pena: la reserva es un área de considerable diversidad biológica que aúna numerosas especies amenazadas como el tapir, el jaguar, las tortugas marinas o el mangle. Para ir hay que contactar con Fundary, la ONG que gestiona el parque.
Vía: ocholeguas
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