Palabras como “conmovedora” o “impresionante” son las que se escuchan cuando se pide una descripción sobre la conmemoración de la Semana Santa en Taxco, Guerrero, donde se recuerda con fervor la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, según la tradición católica.

Durante toda una semana, en las calles de este Pueblo Mágico guerrerense se llevan a cabo procesiones en las cuales sus habitantes dan muestra de su fe a través de sacrificios simbólicos, y hasta físicos, para expiar alguna culpa o simplemente para ofrendar su sufrimiento a quien consideran su salvador. Por las calles empedradas desfilan las dramáticas procesiones acompañadas por imágenes religiosas que testifican el sacrificio de penitentes encapuchados, vestidos de negro que arrastran cadenas sujetas a sus tobillos a manera de sacrificio.

El inicio de esta tradición data de mediados del siglo XVI y ha perdurado hasta nuestros días celebrándose cada año, según lo marque el calendario católico, en el mes de marzo o abril. Esta celebración comienza el Domingo de Ramos cuando se conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Este día los feligreses salen a las calles con palmas y ramos de laurel adornados para ser bendecidas por un cura católico.

A partir del Lunes Santo se realizan una serie de procesiones nocturnas en las cuales los fieles marchan solemnes y silenciosos al compás de los tambores, portando velas que se derriten en sus manos siguiendo la ruta de los templos de la Santísima Trinidad, Santa Veracruz, el exconvento de San Bernardino de Siena, la parroquia de Santa Prisca y San Sebastián.

El Martes Santo se lleva a cabo una de las procesiones más impactantes de México: la Procesión de las Ánimas. Encabezada por San Nicolás Tolentino, un santo de tamaño natural que viste un sobrio faldón negro y muestra brotes de sangre en la espalda por flagelación, esta procesión es un de las más concurridas, en ella participan penitentes de ambos sexos divididos en: encruzados, flagelantes y ánimas. Los “encruzados” llevan el rostro cubierto con un “capirote” (capucha negra) y un faldón con el cual adoptan cierto anonimato. Caminan descalzos con los tobillos encadenados uno al otro y llevan en la espalda un rollo de 144 varas de zarzas con espinas que llega a pesar hasta 50 kilos y que, al paso, lacera su cuello y espalda hasta sangrar.

Por su parte, los “flagelantes” llevan en brazos una cruz de madera de hasta seis kilogramos de peso, un rosario, y una “disciplina” (una especie de fuete) hecha con crin de caballo y clavos con las que se auto flagelan la espalda durante todo el recorrido hasta provocar el sangrado.

Para las mujeres el sacrificio no es menor, caminan completamente vestidas de negro, descalzas y completamente encorvadas hacia enfrente, con un pesado crucifijo en los antebrazos y un rosario. Otras llevan cirios encendidos en ambas manos y caminan con los tobillos aprisionados con cadenas. A pesar del anonimato que se guarda durante la procesión, para formar parte de ella es necesario registrarse con anterioridad.

Durante el resto de la semana continúan los ritos propios de la religión católica: el miércoles se conmemora la aprehensión de Jesús; el Jueves Santo se lleva a cabo la simbólica ceremonia del Lavatorio de pies y la última Cena. El viernes se recuerda el Vía Crucis, donde Jesús es juzgado, flagelado y finalmente muere en la cruz. Para el Sábado de Gloria todo el pueblo se mantiene en silencio en señal de luto hasta el Domingo de Resurrección donde a través de una representación vuelve el Cristo resucitado. Ven a Taxco y sé testigo del fervor que los guerrerenses guardan a sus antiguos rituales.

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