Travel Report » Entradas » Viaje de 5 sentidos
Jun 11, 2014 Jesús Alonso ¿A DÓNDE VAS? 0
El Tren a las Nubes se inició en 1921 por el ingeniero estadounidense Riachard Maury, no tenía fines turísticos sino de traslado de cargas hacia el Pacífico, a través del paso de Socompa a Chile.
Este es un Ramal C14 del Ferrocarril Belgrano y se le suman atractivos visuales, paisajes cambiantes; auditivos, porque el silencio también se oye y el ruido a riel deja de ser perceptible; corporales, por el apunamiento que afecta a no pocos pasajeros, y gustativas, para quienes lo atenúan disolviendo hojas de coca en la boca. El viaje comienza puntual a las 7:00 horas.
En cada coche hay una guía bilingüe que atiende a los pasajeros, y su primera recomendación es bajar las persianas metálicas de las ventanillas, porque hasta abandonar la zona urbana éstas pueden ser blanco de pedradas.
Más arriba, en la yunga, la lluvia persiste, pero ahí no es “mal tiempo”, es el clima habitual en esa húmeda y tupida selva siempre envuelta en nubes bajas y lluviosa, en especial por las mañanas.
Así se pasa a Alvarado, Cerrillos, Rosario de Lerma, Campo Quijano y Toledo y, ya en la Quebrada del Toro, se llega al primer zigzag en El Alisal, el 2° será en Ingeniero Maury, que permite subir unos 200 metros en un corto trecho sobre la ladera del cerro.
A más de 2,000 metros, la humedad es baja y el cielo azul contrasta con los rojos, amarillos, ocres y verdes de la montaña, según los minerales de las piedras.
El ascenso continúa junto a la quebrada por la que corre la Ruta 40, con escasos vehículos además de la ambulancia y la camioneta de seguridad que acompaña al Tren y se ocupa de cortar el tránsito en cada paso a nivel.
Entre el polvo amarillento del fondo del barranco se ven ranchos solitarios de adobe y techos de paja, con corrales y paneles solares de reciente instalación, y pequeños parajes.
Sólo observado por manadas de guanacos y cóndores, el tren sigue en ascenso y llega al final del recorrido, la frutilla del postre: el viaducto La Polvorilla, una monumental obra de acero de 63 metros de largo y 1,590 toneladas, a 4,220 metros sobre el nivel del mar y 63 metros encima de la Ruta 40.
Ésa es una de las 2 únicas paradas con descenso de pasajeros, donde la formación es rodeada de pobladores que ofrecen sus productos artesanales.
En La Polvorilla, la máquina cambia de punta y empieza el regreso, con la segunda parada con descenso muy cerca, en San Antonio de los Cobres, a 3,774 metros de altura, donde se encontrará nuevamente a vendedores locales que se trasladan por tierra para continuar con la venta.
En las pocas horas que quedan hasta la puesta del sol, se puede ver el mismo paisaje con otros colores o tonos, gracias a la luz del atardecer, de un fuerte amarillo casi naranja, que cae lateral y prolonga las sombras sobre quebradas y valles.
Jul 22, 2016 0
Feb 15, 2016 0
Ene 21, 2016 0
Oct 10, 2015 0
Sep 22, 2017 0
Sep 18, 2017 0
Sep 13, 2017 0
Sep 08, 2017 0